Los francos crearon el reino más estable y duradero. Al Mando del Rey Clodoveo (465 – 511), las distintas tribus que habitaban la Galia se unieron y ocuparon el territorio que va desde el río Rin hasta los Pirineos. Pare ello debieron vencer a los burgundios, visigodos y alemanes.
Clodoveo se casó con Clotilde, una princesa burgundia que profesaba el cristianismo. Según cuenta la historia, Clodoveo pidió en medio de la batalla al dios de Clotilde que le permitiera vencer.
A cambio de la victoria, el se comprometía a convertirse al cristianismo y hacerse bautizar junto a 3.000 de sus soldados. Clodoveo ganó la batalla y cumplió su promesa. Este hecho tiene una gran relevancia, ya que de aquí en adelante el pueblo de los francos tendrá toda la ayuda de la Iglesia en la lucha contra otros pueblos que no eran cristianos.
La dinastía Merovingia que gobernó Francia, después será reemplazada a mediados del siglo VIII por la dinastía de los Carolingios. El poderío franco se consolidara en este periodo bajo la dirección de Carlomagno que veremos más adelante.
IR A CARLOMAGNO: EL IDEAL IMPERIAL
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